Fraternidad Rosacruz Cristiana


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Objetivos

El mundo es la escuela de enseñanza de Dios. Durante el pasado hemos aprendido a construir vehículos diferentes y entre otros el cuerpo físico, desarrollamos ojos con los cuales podemos ver, oídos para oír, y otros órganos con los cuales podemos oler, gustar y sentir. Mediante este trabajo somos ascendidos de clase o grado, cada uno de ellos con particular alcance para el desarrollo de conciencia.
Pero no todos los egos fueron ascendidos en igual momento, muchos perecieron por asfixia, cuando la niebla del aire en la época de los atlantes se condensó y llenó las cuencas y valles de la tierra con océanos de agua.
Ahora estamos viviendo otra nueva y gran transformación mundial. No sabemos cuándo ni cómo sucederá. Lo único que conocemos es lo que Cristo profetizó sobre las condiciones del mundo, las mismas que serán semejantes a aquellas que prevalecieron en los días de Noé, es decir, que la humanidad vivía en completo abandono y divertimiento, cuando de repente las puertas celestes del diluvio se abrieron y la muerte y destrucción hicieron estragos entre los hombres.
Cristo nos dijo que es posible tomar el Reino de Dios por asalto y conseguir ganar el estado de conciencia que prevalecerá en el futuro. Pero a su vez San Pablo nos dice que la carne y la sangre no pueden heredar este Reino y añade que tenemos un cuerpo del alma ("soma psuchicon" -II a los Corintios, 15:44), y que nos reuniremos al Señor "en el aire" cuando El venga Para conseguir el estado de conciencia que prevalecerá en aquellos días, es indispensable nuestra elección en este mundo preparando el "Velo Dorado Nupcial", el cuerpo del alma, requisito indispensable para penetrar en el Reino de Dios de la época futura, nuestra admisión para las bodas místicas, como un cuerpo dotado de pulmones lo fue para los atlantes que desearon entrar en la época que ahora estamos viviendo.
Los métodos para alcanzar estos propósitos son definidos, científicos y religiosos y el objeto y fin fundamental de creación de la Fraternidad Rosacruz Cristiana de Max Heindel, cuyo origen se remonta a la Escuela Occidental de la orden Rosacruz es preparar a la humanidad para la venidera Edad de la Hermandad Universal, capacitando al aspirante, en base a un profundo conocimientos de los hechos espirituales, para que alcance el camino de la iluminación, y ayudarle a construir su cuerpo del alma que le permitirá entrar, conscientemente, en el Reino de Dios y obtener el conocimiento directo.
Esto está perfecta y claramente explicado en la introducción del “Concepto Rosacruz del Cosmos”. En pocas palabras, esta misión consiste en dar una explicación del problema de la vida que pueda satisfacer tanto a la mente como al corazón, y de este modo resolver las perplejidades de las dos clases de personas que ahora se mueven en las tinieblas por falta de esta ciencia unificadora, y que en líneas generales se pueden denominar para la discusión de nuestro punto de vista, como personas creyentes y personas científicas. Entre las primeras podemos incluir todas aquellas personas que se dejan guiar por una sincera devoción o por una bondad natural, pertenezcan o no a alguna Iglesia. En la segunda clase se deben incluir todas las que miran a la vida desde un punto de vista puramente intelectual o mental, sin pararnos a distinguir si están clasificadas como científicas o no. Por ello se debe ampliar el horizonte espiritual de un número rápidamente creciente de estas dos clases de personas, que se dan más o menos perfecta cuenta de que hay algo de importancia vital, que les falta en su modo actual de mirar la vida.
Sabemos que cuando David deseaba construir un templo para el Señor, se le negó este privilegio porque había sido un guerrero. Hoy en día existen organizaciones que están constantemente combatiendo las unas contra las otras, siempre viendo las faltas de los demás, hallándose, por lo tanto, en guerra perpetua, lo mismo como David antiguamente.
Con semejante disposición mental no es posible permitir a nadie edificar aquel templo que se construye con piedras vivientes de hombres y mujeres; aquel templo que Mansón, en “El sirviente de la Casa” describe en términos tan bellísimos. Por esta razón, cuando tratemos de difundir las verdades de las enseñanzas Rosacruz, debemos siempre tener presente que no podemos desacreditar impunemente la religión de nadie ni llevar la contraria, no es nuestra misión combatir el error de los demás, porque quedará manifiesto a su debido tiempo.
El lector recordará que cuando David había muerto y Salomón reinaba en su lugar, este vio al Señor durante el sueño y le pidió la sabiduría. Se le dejó en libertad de escoger lo que más le gustase y él pidió sabiduría para guiar a su pueblo. Y he aquí la contestación que recibió: “Puesto que tu corazón te impulsó a pedir sabiduría, y que no has pedido larga vida ni victoria sobre tus enemigos ni nada semejante, sino tan sólo sabiduría, la vas a tener, y mucho más todavía”. Por esta razón nosotros también deberíamos en nuestras oraciones pedir sabiduría, y para que podamos reconocerla vamos a examinar ahora en qué consiste la verdadera sabiduría.
Se dice, y con mucha razón, que el conocimiento es un poder. El saber, aunque de por sí no es bueno ni malo, puede ser empleado para el bien o para el mal. El genio no es más que la disposición para la sabiduría, y puede también ser bueno o malo. Se habla de un genio militar, de uno que conoce a la perfección la táctica de la guerra, pero un hombre semejante no puede ser ciertamente bueno, porque forzosamente ha de ser duro de corazón y destructor en la expresión de su genio.
Un guerrero, ya sea un Napoleón o un simple soldado, no podrá nunca ser sabio, porque tiene que destrozar deliberadamente todos los sentimientos más delicados, de los cuales tomamos como símbolo al corazón. Por otro lado, un gobernante sabio es de buen corazón y de profunda inteligencia y así que lo uno equilibra lo otro para promover los intereses de su pueblo. Aun el más profundo saber en cuestiones de religión o de ocultismo no es sabiduría, como nos lo enseña San Pablo en aquel hermosísimo CAPÍTULO trece de la primera epístola a los corintios donde dice: “Aunque yo tuviese todo el saber para poder penetrar todos los misterios, y no tuviera amor, yo no sería nada". Sólo cuando el saber se une al amor, los dos producen la sabiduría verdadera, es decir, la expresión del principio de Cristo, la segunda fase de la Divinidad.
Respecto a este punto conviene emplear gran prudencia y discreción. Nosotros podremos saber distinguir entre lo que es oportuno para el logro de cierta finalidad y lo que lo impide, y podemos optar a favor de males presentes para lograr ventajas venideras, pero aún en esto no obramos necesariamente como sabios y juiciosos. Conocimientos, prudencia, discreción y sentido común son todos hijos de la mente; de por sí no son mas que lazos tendidos por el mal del cual Cristo en el Padrenuestro nos enseñó a rogar para que se nos librara de ellos. Solamente cuando estas facultades nacidas de la mente están templadas por la facultad del amor, nacida del corazón, el producto mezclado de ambas se transforma en sabiduría. Si leemos el CAPÍTULO trece de la primera epístola a los corintios y substituimos la palabra sabiduría por las de caridad o amor, entonces comprenderemos lo que es esta gran facultad que deberíamos todos desear con tanto ardor.
La misión de la Fraternidad Rosacruz Cristiana de Max Heindel en efecto es,promulgar una doctrina combinada de la cabeza y del corazón, la que constituye la única y verdadera sabiduría, porque ninguna enseñanza en la cual falte uno de estos dos extremos puede ser realmente llamada sabía, del mismo modo como no podemos tampoco hacer sonar un acorde en una sola cuerda. En vista de que la naturaleza del hombre es compleja, la enseñanza que ha de ayudarle para purificar y elevar esta naturaleza debe ser también múltiple en su aspecto.
Cristo siguió este mismo principio cuando nos dio aquella hermosa oración dominical, la cual, en sus siete estrofas toca la nota-clave de los siete vehículos humanos y los une todos en este acorde sublime de perfección que llamamos el Padrenuestro.
Pero ¿cómo podremos enseñar al mundo esta maravillosa doctrina recibida de los Hermanos Mayores? La contestación a esta pregunta es ahora y será siempre ésta: “viviendo la vida”. Se ha dicho en elogio eterno de Mahoma que su esposa se convirtió en su primer discípulo, y es cierto que no fue sólo su enseñanza, sino la vida que llevaba en su casa, día tras día, año tras año, por lo cual se ganó la confianza de su compañera hasta tal extremo que se dispuso a deponer en manos de su esposo su destino espiritual.
Es relativamente fácil hallarse en presencia de personas extrañas que no conocen nuestra vida e ignoran nuestros defectos y predicarlas durante una hora o dos cada semana, pero es totalmente distinto predicar las veinticuatro horas del día en su propia casa como Mahoma debió hacerlo viviendo la buena vida. Si queremos tener con nuestra propaganda el éxito que él obtuvo, debemos, cada uno de nosotros, empezar en nuestra propia casa, comenzar por demostrar a aquellos con los cuales vivimos juntos, que las enseñanzas que nos sirven de guía son verdaderamente enseñanzas de sabiduría. Se dice que “la caridad empieza por uno mismo”. Esta palabra hubiera debido traducirse por “amor” en el capítulo trece de la primera epístola a los corintios. Cambiemos ahora esta palabra por la de sabiduría y digamos por consecuencia: la propaganda de la sabiduría empieza por casa. Así, pues, hagamos que nuestro lema para siempre sea: “Viviendo la vida en nuestra casa haremos mucho más por nuestra causa que de cualquier otro modo”. Muchas familias escépticas han sido convertidas a las doctrinas nuestras por esposos o esposas. Esperamos que otras sigan el buen ejemplo.

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